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En 2018, el presidente estadounidense, inicia una guerra comercial contra China, imponiendo aranceles a las importaciones de este país asiático con tasas de entre el 10% y el 25%. No obstante, la política arancelaria del presidente no solamente afectó a su principal rival comercial, otros de los afectados fueron aliados y socios tradicionales de EE.UU., como Canadá, la Unión Europea o México.
Durante la campaña electoral, el recién electo presidente de EE.UU. Donald Trump, propuso imponer aranceles universales del 10% o el 20% en todas las importaciones, llegando a un 60% en las importaciones procedentes de China. Del mismo modo, durante un mitin en Raleigh, Carolina del Norte, el magnate estadounidense, amenazó con aplicar un arancel del 25% a todos los productos procedentes de México, que podría aumentar a un 50% e incluso 75%.
Ya en el año 2009, el presidente Barack Obama impuso aranceles del 35% sobre los neumáticos importados del gigante asiático. Sin embargo, fue durante la administración Trump, que el uso de los aranceles unido a las sanciones económicas, ganó un rol destacado en la estrategia económica y de agenda política internacional del país norteamericano.
En 2018, el presidente estadounidense, inicia una guerra comercial contra China, imponiendo aranceles a las importaciones de este país asiático con tasas de entre el 10% y el 25%. No obstante, la política arancelaria del presidente no solamente afectó a su principal rival comercial, otros de los afectados fueron aliados y socios tradicionales de EE.UU., como Canadá, la Unión Europea o México.
Cabe destacar que estas presiones sirvieron para renegociar tratados comerciales, como el reemplazo entre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN) por el USMCA (Acuerdo entre EE.UU.-México-Canadá). Un cambio que benefició a sectores como el del comercio digital, la agricultura y la propiedad intelectual en EE.UU., pero que perjudicó tanto a la producción en México, dependiente de las cadenas de suministro globales, como a los productores agrícolas canadienses afectados por la apertura de mercados.
En relación con la Unión Europea, en 2018, la administración Trump impuso aranceles sobre el acero (25%) y el aluminio (10%), alegando motivos de “seguridad nacional”. La UE respondió con medidas similares sobre productos estadounidenses. Sin embargo, la principal disputa se desarrolla en relación al conflicto Airbus-Boeing, producto de las políticas proteccionistas arancelarias impuestas tanto por los europeos como por los EE.UU. La Organización Mundial del Comercio (OMC) estableció que ambos habrían violado leyes internacionales al subsidiar a sus empresas.
Este escenario derivó en la imposición de aranceles a productos no relacionados como aceite de oliva, vino, queso o productos industriales. Afectando gravemente a los exportadores de países como Francia, Italia o España y creando incertidumbre para pequeños y medianos productores que, unido a las políticas implementadas que han favorecido una irrupción masiva del grano ucraniano en el mercado interno europeo (con especial afectación en países como Polonia, Hungría o Rumanía), son claves para comprender, por un lado, las protestas de agricultores que han tenido lugar en distintos países de la UE, y por otro, para evidenciar aun más el choque de intereses intracomunitario y en relación a su principal socio político, económico y militar que es EE.UU.
En 2021, EE.UU. y la Unión europea establecieron una tregua de cinco años, en relación a la disputa Airbus- Boeing, para encontrar soluciones, sobre todo enfocado en centrar el objetivo contra China. Así, ya durante el mandado de Biden se suspendieron los aranceles al acero y al aluminio europeos hasta 2026.
En ese sentido, esta política arancelaria, no es un simple acto de proteccionismo interno reflejo de los deseos personales de Donald Trump, sino que debemos comprenderla dentro del escenario más amplio que es la guerra de EE.UU. para mantener su hegemonía, sobre todo contra el ascenso de China y para renegociar alianzas y acuerdos con otros socios tradicionales. De hecho, durante el mandato de Joe Biden, se mantuvieron gran parte de la infraestructura arancelaria heredada de Donald Trump, aunque eso sí, de forma más discreta y con menos histrionismo y puestas en escena de enfrentamientos públicos descarnados.
Este escenario, a su vez, pone en evidencia las contradicciones de intereses existentes entre los principales socios atlantistas y a su vez, dentro de la propia Unión Europea. Acostumbrados a repartirse el mundo, en un contexto donde su unipolaridad es fuertemente cuestionada a nivel internacional, estos “socios” manejan sus fricciones con mayor o menor grado de discreción pública.
Directora Revista La Comuna
Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Gestora cultural, escritora, poeta y analista internacional en distintos medios escritos o audiovisuales. Autora de la compilación poética “La Generación de la Sangre I” para Editorial Ultramarina Cartonera, a través de la Plataforma de Artistas Chilango-andaluza.
“Arquitecturas y Mantras” de la Editorial Bucéfalo fue su primer libro de poesía en solitario. A su vez, actualmente colabora en Hispan TV y otros medios internacionales en habla hispana analizando la actualidad política. Miembro de la Asociación Cultural Volver a Marx. Milita en Trabajadoras Andaluzas.
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