Pablo enfrenta la injusticia sin miedo, con dignidad, asumiendo su encarcelamiento como una trinchera para seguir luchando. Admirable.
La pestilente «democracia» del rey, lo condena a prisión por la letra de sus canciones, atinadas, revolucionarias, necesarias y combativas. Pero no solo por eso, también porque moviliza, porque no está solo y eso les incomoda. No saben que la intención de encerrarlo solo aviva la indignación, pero hasta ahora, no ha sido suficiente.
Insisto porque sé que muchos no saben de esto todavía, y necesitan saberlo aunque no lo visualicen. No importa cómo pienses, no importa el color de tu partido o si los partidos no te gustan, incluso no importa si Pablo no te gusta por lo que dice o porque alza la voz. La violación de su derecho a decir lo que él piensa es lo que importa y lo que duele, lo que debe dolerte, lo que no debes tolerar en ninguna parte.
La libertad de Pablo Hasél es la nuestra, su encarcelamiento es el nuestro. En este caso, todo silencio es un acto de complicidad, que masturba el ego de los oligarcas y hunde en el fango a los oprimidos. Solidaridad es reconocerse en el otro y nos está faltando.
Este grito de ¡Libertad para Pablo Hasél! Sale de lo más hondo, de la fibra, de saberlo comprometido con desprendimiento, ofreciendo su palabra, su tiempo y su corazón. Celebro su dignidad y agradezco su voluntad inquebrantable en las tantas demostraciones de amor a nuestro pueblo.
¡Libertad para Pablo Hasél!
Insistimos.
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